Desde 1917, cuando los alemanes «enviaron» a Lenin en un tren a Rusia para que desencadenara la revolución bolchevique, hasta la invasión de la Unión Soviética por orden de Hitler en junio de 1941, la historia de las relaciones entre Rusia y Alemania es la de un «pacto con el diablo»: ambos países se vieron abocados por las circunstancias a aliarse, pero los entendimientos fueron siempre precarios, el riesgo asumido fue grande y en cada una de las partes hubo, más que una verdadera voluntad de acuerdo, una estrategia para posponer el conflicto.
Sebastian Haffner reconstruye magistralmente esos veinte años de alianza antinatural entre dos países que acabaron por encontrarse –y destrozarse– en el campo de batalla.