Los abios y ascetas indios, mucho antes de la psicología profunda, se vieron llevados a explorar las zonas más oscuras del inconsciente: verificaron que los condicionamientos fisiológicos, sociales, culturales o religiosos eran relativamente fáciles de delimitar y, por consiguiente, de dominar. Ello hace imposible no tener en cuenta uno de los descubrimientos más grandes de la India: el de la conciencia-testigo, la conciencia desprendida de sus estructuras psicofisiológicas y de su condicionamiento temporal; la conciencia del liberado, es decir, del que ha logrado liberarse de la temporalidad y conoce por lo tanto la libertad verdadera e inefable. Por esta razón ciertos yoguis de la alta antigüedad merecen ser situados entre los maestros espirituales.