Arnold Ehret, siguiendo la línea de Louis Pasteur, mantenía que la salud humana estaba determinada por el estado del medio interior y afirmaba que el cuerpo humano es como un "motor de gas" que se alimenta exclusivamente de oxígeno y que una dieta a base de frutas, sin almidón y vegetales comestibles verdes, que llamó "amucosa", es el alimento óptimo para el consumo humano.
El hecho de sufrir una enfermedad declarada incurable por los médicos más eminentes de la época, junto a su voluntad de curarse a sí mismo, sirvieron para despertar en él un espíritu indomable que le llevaron a tener éxito en su curación y a ayudar a otras personas desafortunadas a recuperar su salud.