Vivimos en la era de los populismos. Hemos cambiado la razón por las vísceras y nos han dirigido hacia un debate político de promesas imposibles y de continua violencia. En todo el planeta, una horda de populistas nos ha asaltado y pretende tomar, a la fuerza, nuestra libertad moral y de conciencia. Estamos sin duda en una época compleja donde nuestra existencia política e intelectual es más frágil que nunca.
La libertad es un concepto muy complejo de gestionar; supone una gran responsabilidad y unas enormes probabilidades de fracaso. Supone enfrentarse a un vacío inmenso en el que es la persona la que tiene que elaborar su propio mundo. Se trata de una responsabilidad inmensa, compleja y desafiante: dirigirse a uno mismo para conseguir el máximo bien para los otros. Tras asesinar la libertad y moral privadas el objetivo del populismo es hacer creer que el líder es un salvador y podrá transformarlo todo aportando una solución. Una metamorfosis que nace tras golpear duramente al «otro», al extranjero, al enemigo. El riesgo del populismo, un extremismo ideológico camuflado, es que se acabe transformando en extremismo violento y que devenga en el fanatismo de una minoría contra una mayoría.
Populismo Islámico de Antonio de Diego explora el paradigmático caso del populismo en el islam contemporáneo que quizás represente, de forma privilegiada, lo que se ha dado en llamar populismo religioso. Un populismo construido no tanto en la doctrina del islam como en un nuevo modelo de lo islámico centrado en lo ideológico y lo político, de carismáticos líderes y masas manipuladas que anhelan con nostalgia una «Musulmania» que jamás ha existido.