Encrucijada. Variedad de caminos, de horizontes, de ofertas. Globalización. Diversidad en la cultura, en la religión, en las costumbres, en las normas éticas. Riqueza de lenguas, razas, genealogías, historias. Todo tipo de trabajos y profesiones, cantidad de teorías sociales, políticas, económicas, antropológicas. ¿A qué carta quedarse? ¿Por dónde tirar? Dudas. Incertidumbres. Temores. Perplejidad. ¿Demasiada libertad? ¿O demasiada pequeñez? Hablamos de tenerlo todo y al final corremos el riesgo real de terminar no teniendo nada: ni familia, ni profesión, ni salud, ni casa, ni dinero. Ni un refugio donde consolar al alma. Solos.
Este libro afronta el fondo de esas preguntas y riesgos, inspirándose en personas que vivieron hace dos mil años en situación bastante parecida a la nuestra en el Imperio Romano, en el Asia Menor en medio de culturas, razas, religiones, tradiciones y costumbres muy distintas entre sí. Describe la elección de los cristianos que descubrieron que en Cristo hallaban respuesta a todas sus inquietudes intelectuales y morales, a sus aspiraciones sociales y familiares. Cristo era verdaderamente plenitud de propuesta y de respuesta a la vez. Con Él, supieron afrontar su vida y ser felices. Y transmitieron esa vida y esa felicidad a sus hijos y parientes y amigos. Y esa cadena de transmisión ha llegado hasta hoy.
Ser cristiano no es fácil. Es una vocación de altura. Cordial pero exigente. Familiar pero luchadora. Esconde una paradoja: esta excelencia es compatible con no pertenecer a ninguna élite de la sociedad en que se vive. Y al revés: está cerrada para algunos pertenecientes a algunas de esas élites. Ser cristiano es un prodigio de libertad y de esfuerzo pacífico porque se apoya en la constante ayuda de Dios. Este libro quiere explicarlo acudiendo a la Biblia y especialmente al Apocalipsis, siguiendo el ejemplo de aquellos primeros cristianos.