El cristiano laico está llamado a identificarse con Cristo. Unido a Él, su compromiso en la sociedad es «desear, buscar y cuidar el bien de los demás» (EG 178), pensando sobre todo en los que son más débiles y vulnerables. Débiles no son solo los pobres. También lo son los niños que pueden ser sometidos a cualquier forma de abuso, los adolescentes que sufren acoso escolar, los ancianos desatendidos y con falta de cariño, los trabajadores expulsados del mercado de trabajo, los que se ven expuestos a distintas formas de manipulación, los inmigrantes o las personas que son objeto de cualquier forma de violencia... Como seguidor de Cristo, la tarea del laico será siempre diseñar instituciones sociales, políticas y económicas que protejan a los indefensos.