Pocos personajes de la Escritura han sido tan deformados como la religiosidad popular como María Magdalena, a la que muchos todavía identifican con la pecadora que lavó los pies de Jesús con sus lágrimas. En realidad, como narran los Evangelios, María Magdalena es aquella mujer que salió de noche y atravesó Jerusalén para llegar junto al sepulcro de su Señor. En ese relato se apoya el P. Pavía para mostrarnos a una mujer que, sostenida y acompañada por la Palabra que ha escuchado, acogido y defendido, va hacia lo desconocido. María Magdalena, vista como la buscadora, la hambrienta, la inconformista, la anárquica contra todo sistema que le impide la cercanía de su Señor, representa para el autor el verdadero rostro del discipulado.