Se trata de una de las primeras experiencias de Ejercicios Espirituales a la luz de la Palabra de Dios propuestos a un grupo de obispos de la región de Emilia (Italia) por el entonces "simplemente" padre Carlo Maria Martini.
A diferencia de otros ejercicios sobre los evangelios, aqui se hace una referencia menos constante al texto de los Ejercicios Ignacianos, y están más dirigidos a profundizar en las exigencias del verdadero seguimiento de Jesús nuestro Señor, siguiendo el itinerario del apóstol, del discípulo y del catecúmeno, bien ilustrado por el Evangelio de Marcos.