Irónico, divertido y amenizado con múltiples anécdotas científicas curiosas, el primer libro de la psicóloga y tuitera @nyconene es una aproximación a la conducta humana, que ayudará a los lectores a entenderse un poco mejor y a encarar su día a día con buen ánimo y, sobre todo, con mucho humor.
Con las simpáticas ilustraciones de @oleismos.
Los monos no hacen preguntas es un tributo a los humanos que vamos pisando este mundo, a veces con paso firme, otras tropezando, pero siempre recorriendo el camino como buenamente podemos.
Es un homenaje a nuestras pedradas, esas pequeñas rarezas que nos hacen únicos, y a nuestras historias, moldeadas por lo que el tiempo nos regala o lo que la vida nos graba a fuego, como una cicatriz a modo de tatuaje que nunca pedimos.
Dedica también un guiño a las abuelas, esas sabias de otra época que chocan con nuestra forma de ver el mundo, pero que nos dejan una herencia invaluable: a veces ligera como un susurro, otras pesada como un yunque.
Es un canto al autocuidado y al acompañamiento, a aceptar nuestras emociones o a cambiar nuestros pensamientos si nos hacen daño. A la posibilidad de huir de nuestros prejuicios o, si no queda otra, aprender a convivir con ellos. Porque en este libro hay un poco de todo: reflexiones, dosis de humor y una invitación a detenernos un segundo a
pensar en quiénes somos y cómo vivimos nuestras pequeñas tragedias y grandes rutinas del primer mundo.
Con una mezcla de ironía, honestidad y una pizca de ciencia, este libro no tiene todas las respuestas (por eso los monos no se molestan en hacer preguntas), pero quizá te ayude a sintonizar mejor contigo mismo y con los demás.
---
«Durante más de seis décadas, hemos estado comunicándonos con primates no humanos utilizando el lenguaje no verbal. Después de todos estos años de observación y análisis, los científicos han llegado a una conclusión fascinante; una de las diferencias más notables radica en un hecho curioso
y peculiar: ellos simplemente NO HACEN PREGUNTAS.
Con este escenario he llegado también a la conclusión de que un mono siempre te saludará amablemente con un “¡Buenos días!”. Pero, por más amigable que sea, nunca cometerá el ERROR de preguntarte acto seguido: “¿Qué tal todo?”»