La nostalgia del mar es el eje, indisoluble, de Marinero en tierra, el primer poemario de Rafael Alberti. («Si mi voz muriera en tierra, / llevadla al nivel del mar / y dejadla en la ribera»). Muchos autores vieron en él no solo el lamento por la lejanía del paisaje de su niñez, sino también el anuncio del exilio y del futuro dolor de la vida. En todo caso, este notable primer libro de Rafael Alberti, un hito en nuestra historia poética, supone el regreso a la infancia. la frescura y la ligereza de aquellos espacios marítimos, bajo la idealización del recuerdo, como un origen mítico. Aquí el mar siempre es benéfico, luminoso.
En lo que se refiere su escritura, supone una clara combinación de tradición -Alberti domina los recursos del cancionero tradicional español— y modernidad, en la que se alternan versos endecasílabos y alejandrinos con otros de arte menor, juegos verbales tanto clásicos como experimentales, y las más sorprendentes metáforas.
Y si el amor a sus orígenes en la mar luminosa, a la plenitud de la naturaleza bulliciosa del Puerto de Santa María supone el inicio de su trayectoria, el amor pasión a una mujer que se manifiesta rotundamente en Canciones para Altair, editado en 1989, pone el broche de oro en ese mismo lugar cargado de recuerdos a una vida rica en experiencias, en responsabilidad ética y política, en amores apasionados. Se trata de veinticinco poemas divididos en tres partes: una primera, aborda el descenso de Altair de las cumbres celestiales; la segunda, se centra en su estancia en la tierra en amorosa relación con el amado; y, la tercera, plantea su partida a la constelación de nuevo. Estamos ante la celebración postrera de la vida de un hombre con un acendrado lirismo que entronca con el Cantar de los cantares en su deslumbramiento amoroso.