Quien recorre la árida aventura del saber ontológico no se encuentra al término con la tierra prometida, aunque sí con una orientación adaptada a territorios sin mapa. Tras topar y topar con las grandes palabras tan opacas y transparentes a la vez, tan generosas y tan parcas habla desde su propio sentido, sin la hipoteca de adherirse a alguna doctrina. De ahí que la vieja brújula, ese Norte frágil, hecho de miedo al miedo y aprendizaje sin enseñanza, la memoria canonizada como forma superior