Parvedad de alpiste captura la complejidad humana a través de la palabra y la imagen. Cada poema es una invitación férrea a mirar hacia adentro del alma y explorar los rincones más profundos y oscuros de la conciencia. Cada verso evoca una amplia gama de emociones: desde la euforia hasta la melancolía, desde la pasión hasta la traición, desde el amor hasta la muerte. La naturaleza se postra como testigo del sufrimiento e incluso invoca la (auto)destrucción del individuo, pero sin dejar de dibujar un esbozo de esperanza. En los poemas de la primera sección hay un empecinamiento fructífero con la memoria y aquella añoranza que trata de razonar uniones efímeras, treguas imposibles, rechazos y artificios del pasado. Enseguida la escritura se ramifica en una búsqueda implacable por redescubrir la esencia de un poeta comprometido con la humanidad. Los poemas de la segunda sección se refugian en la libertad creadora y el poder de la palabra; una poesía que “no es apta para débiles conciencias”. El hablante se embriaga de furor, pasión y fortaleza para resistir y devorar un continuum de violencia plasmada en experiencias migratorias, masacres, monotonías, materialidades e hipocresías. Chrystian Zegarra continúa siendo una de las voces prominentes y representativas de la poesía peruana contemporánea. Su estilo distintivo, inmanente por naturaleza, conjunta una fauna humana donde la distorsión, la degradación y lo grotesco encuentran la belleza necesaria para coexistir. Sin duda, Parvedad de alpiste refleja una madurez exquisita e innegablemente innovadora.
OSVALDO SANDOVAL-LEÓN