Movido por su admiración por Goethe, Schopenhauer respalda su teoría del color para apoyarle en su radical oposición a las ideas newtonianas. Para ello, argumenta que los colores no son propiedades objetivas de la luz, como sostenía Newton, sino el resultado de la interacción entre la luz y la capacidad de percepción del observador, ampliando así las ideas de Goethe desde una perspectiva fenomenológica y psicológica. Complejo y apasionante a la vez, este libro deja entrever su inquietud por las tensiones latentes entre sujeto y objeto, realidad y representación, arte y ciencia, así como las innumerables dicotomías que estimularon el diálogo entre ambos filósofos.