Toda amistad es una afección. Todo en nuestro relacionarnos fue afecto, por esa relación yo fui afectado de por vida. Este libro es un intento de contar a mi manera algunos modos de ese afecto.Este libro no es una biografía o semblanza de Tomás Salvador González, tampoco una lectura de su obra. Es lo que muestra con solo abrirlo: un álbum de documentos personales y sueños dispuesto en forma de collage, un entramado a la vez con palabras suyas. Algo semejante a lo que escribe Federico García Lorca en su Oda a Dalí: «nuestra amistad pintada como un juego de oca». Palabras en común.La condición originaria del relato era montarlo con materiales ya hechos: desde sueños a papelitos, hallazgos, voces diversas (la de Tomás, decisiva, claro). Escribir yo en él lo menos posible desde el momento actual, que es el de la pérdida («Yo que no estorba escasea», ha escrito Eduardo Milán).Alrededor de este collage, todos (también el autor) somos visitantes, venidos de un exterior.Un álbum; un álbum con adherencias, fragmentos, cosas traídas de cerca y de lejos, de aquí y de allá. Un cruce de escritos, de géneros, de magnitude