Durante la Baja Edad Media, la necesidad de contar con lana adecuada para fabricar los tejidos de altísima calidad, que eran vitales para el gran comercio europeo, estimuló la producción en Aragón, que contaba con enormes recursos naturales para ello. Esta obra describe la forma en que el reino se convirtió en foco de atracción de mercaderes de toda Europa que compraban lana masivamente y favorecían la expansión de una ganadería lanar que aseguró la riqueza del reino aragonés y de sus gentes. Vestir al desnudo, pero también diferenciar a los ricos de los pobres: la lana era fundamental para cumplir estos imperativos y los mercaderes pagaban con oro una materia prima indispensable. Se trata de un capítulo muy importante de la historia económica de Aragón, estudiado por primera vez de manera exhaustiva.