La Disciplina clericalis forma parte de ese gran mar que significa narrar una historia; entre sus cuentos se conjuntan las raíces del Oriente con la tradición nacida en griego y latín. Su autor, Pedro Alfonso, resulta el eslabón medieval que permitió el tránsito de narraciones de un continente a otro, de las lenguas semíticas al idioma de los Rómulos y Fedro; su influencia ha sido profunda en Europa y sus historias cuentan ahora con una edición actualizada, y copiosamente anotada, de la mano de Edgar Vargas Oledo en colaboración con María Jesús Lacarra.