¿Sabía que Hitler y Churchill se fiaban de los augurios de magos y videntes en plena Segunda Guerra Mundial? ¿Y que Fidel Castro, Reagan o Miterrand consultaban a sus brujos y chamanes de cabecera más que a sus ministros? ¿O que Franco concedió importancia a la magia y a las predicciones de las artes adivinatorias cada vez que tenía que tomar una decisión importante? Reyes, reinas, emperadores, presidentes de Gobierno, militares? Son muchas las altas personalidades que han tenido a su lado augures, videntes, magos y brujos a lo largo de la historia. De hecho, en la actualidad algunos políticos aún recurren a ellos para resolver asuntos relacionados con su cargo. La presencia de magos como Merlín o Rasputín en las cortes británica o rusa, respectivamente, desempeñando un papel importante en la toma de decisiones de sus respectivos reyes, con poderes sobrenaturales, capaces de leer los signos ocultos y vaticinar el futuro, son el sueño dorado de los dirigentes actuales. La política es el ejercicio del poder; es decir, se concentra en un grupo determinado de personas. Desde tiempos inmemoriales, quienes oste