El 23 de agosto de 1936 salieron de la cárcel de Pamplona cincuenta y tres presos republicanos con la esperanza de ser canjeados por presos del bando nacional, según lo afirmado la víspera por el carlista Benito Santesteban. Pero fueron trasladados al corral de Valcardera donde fueron asesinados. Todos menos uno, Honorino Arteta, que consiguió escapar y relatar después lo ocurrido. En
2014 se celebraba en Valcardera el homenaje anual a las víctimas. El orador detuvo su discurso por la irrupción de una bandada de cigüeñas que pasaron volando por encima de los congregados. Una de las asistentes tomó la instantánea de las aves con el cielo de fondo, con un dato sorprendente, pues en la fotografía se contaban cincuenta y dos cigüeñas, seguidas a corta distancia por la número cincuenta y tres.
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Miguel Antonio Escobar Pérez forma ya parte de la historia de Navarra, del socialismo en la II República y de la cruel represión sufrida, sin que existiera frente de guerra. Como tantos otros protagonistas del tiempo turbulento que les tocó vivir, ha permanecido durante muchos años en el olvido, en el silencio impuesto por los vencedores y en la inercia callada de la generación que les siguió.
En este libro, su nieto rescata para la Memoria y para el recuerdo de su familia la figura del abuelo, mediante las fuentes disponibles y los documentos inéditos que su hijo Eduardo Escobar Zarategui encontró y guardó de una forma algo rocambolesca. En él se reflejan el ambiente de la época, los datos familiares y personales, la trayectoria política, sindical y periodística de Miguel y las consecuencias que su fusilamiento y desaparición han tenido para las siguientes generaciones.