Uno de los méritos más notables -aunque no el menor- de esta "Breve historia de las matemáticas" es su original planteamiento. Jacqueline Stedall deja de lado en ella el tradicional criterio cronológico y, habitualmente, eurocéntrico y masculino, para explorar una visión más inclusiva y compleja de este campo de conocimiento. Así, en su modelo «construido en torno a temas más que a periodos», la autora levanta una obra no por breve poco enjundiosa que incluye una cantidad insospechada de información y en la que logra trazar un relato global en el espacio y en el tiempo de las matemáticas como empresa humana colectiva, con un respeto escrupuloso y raro de ver por las tradiciones no europeas, así como por las mujeres.