Como niña refugiada, siempre he tratado de encontrar mi propio "hogar". La poesía es entonces mi escape y mi sustento a la vez: uno dos fuerzas opuestas a través de la poesía y el trabajo para encontrar mi "hogar". Peregrina entonces se acerca a la inmigrante y a su experiencia, ya que esa migrante soy yo. Las lectoras sienten que mi poesía nace de adentro porque soy yo a quien expongo, y se ven reflejadas en ella. Mis escritos y mi trabajo se entrelazan así en un solo espíritu. Escribo su vida (así como la mía): la he visto, la he escuchado, he llorado lágrimas con ellas. Me he sentado en los tribunales mientras esperan noticias de sus casos de asilo, muchas veces terminando en órdenes de deportación, y ahora quiero compartir este horror con el mundo; sin embargo, también quiero comunicar su interminable alegría, su esperanza en la misericordia ajena. Quiero divulgar la voz que nadie escucha de esta increíble población. Esto es lo que escribo y el por qué lo escribo. Mi poesía entonces llega no solo a la inmigrante, sino a gente de todo color, toda religión, toda cultura, porque habla un lenguaje universal