Las vidas de Carlos y Fernando Falcó, el marqués de Griñón y el marqués de Cubas, transcurrieron paralelas a la de un país que ya es historia. Hijos de grandes de España, la máxima distinción entre la nobleza, sus biografías permiten hacer una radiografía nítida de lo que ha sido y ha significado la aristocracia en el último siglo.Hasta que no cumplieron los cuarenta años, en plena Transición, no dejaron de ser Carlos y Fernando Montellano —el título nobiliario familiar como sustitutivo del apellido paterno era uno de los mayores signos de distinción—. Su linaje, su exquisita educación y sus ajetreadas relaciones les convirtieron en personajes únicos de la crónica social hasta su muerte en 2020, con apenas siete meses de diferencia. Don Juanito era su amigo de la infancia y Juan Carlos I su rey. Ellos, sus últimos caballeros.En los años sesenta, la princesa Soraya, exemperatriz de Irán, no disimulaba su interés por el marqués de Cubas y visitaba Madrid con frecuencia. También lo hacía una década más tarde Cristina Onassis, la heredera más rica del momento, aunque su atracción se centraba exclusivamente en el marqués de Griñón.No fueron las únicas grandes mujeres a las que enamoraron. Fernando Falcó se casó con Marta Chávarri y Esther Koplowitz. Y Carlos Falcó con Jeannine Girod, Isabel Preysler, Fátima de la Cierva y Esther Doña. Esta es su vida de novela.