Tras más de cinco décadas sometido a Francia, el reino de Navarra –que era en aquel entonces el país más pequeño de Occidente– recobró en 1328 su lugar entre el resto de cortes europeas con la llegada al trono de Juana II, aquella que había sido despojada de sus derechos a la corona francesa por el mero hecho de haber nacido mujer. Casada con Felipe III de Evreux, la nueva dinastía fue enraizándose progresivamente hasta representar con Carlos II, Carlos III, Blanca I de Navarra y el príncipe de Viana –que debió haber sido Carlos IV–, todo aquello por lo que hoy en día seguimos recordando tan trascendental época de nuestra historia.
Orgullosos herederos y guardianes férreos de un legado de siglos que los unía a la memoria de Carlomagno y San Luis de Francia –los dos monarcas más prestigiosos y legendarios para la mentalidad de la época–, este libro desentraña la maraña de profecías, reliquias sagradas, crónicas reales y –a la vez– fantásticas, cantares de gesta, joyas, escudos proscritos, monedas y códices iluminados, para acabar comprendiendo qué es lo que llevaban los reyes de Navarra de la dinastía de Evreux en su cabeza y también en su corazón.