Pisar a fondo el freno aun sabiendo que el golpe será inevitable. Así es este libro. Un reencuentro con el amor que no fue, con la infancia que pasó, con la tristeza que nunca quisimos que nos sucediera, un volver a encontrarte en el mismo pupitre de antes, ante la puerta de la chica que te gustaba, ante la boca de metro del primer beso o frente a su boca. A secas. Asumible y directo, como un gancho de derechas a la mandíbula, como un tenemos que hablar, como palabras necesarias que duelen tanto como curan. Una poesía llena de madrugadas frías y regazos.
Daniel Rivera (Medina del Campo, 1992) aprendió a escribir leyendo. Un día comprendió que las palabras escritas se le daban mejor que las habladas y empezó a contar las cosas que le hubiese gustado poder decir en voz alta. Abrió un blog que no tuvo éxito, un Twitter que tampoco y, finalmente, encontró en Instagram un lugar donde quedarse. Y allí sigue, aprendiendo a escribir viviendo.