Quizás sean la poesía, una sonrisa o el amor, cosas poco tangibles, las que den más solidez a nuestra vida, cosas cuyos secretos nunca podremos desentrañar. Ellas simplemente están ahí. Nos permiten la entrega. Simone Weil dice que el propósito de la vida es construir una arquitectura en el alma. La poesía es esa arquitectura aérea, intangible, pero que puede sostener toda una vida. Así es como la autora comparte con nosotros, en el prólogo, la solidez que podemos encontrar en el vacío, en abandonar las certidumbres y escuchar esa palabra blanca que siempre acude a nosotros en la escucha. Dice Alicia en un poema: La palabra blanca siempre viene a quien no espera, a quien callado se deja llevar más allá de las palabras. Siempre hay un más allá de todo, una mirada poética que descubre nuevos territorios.