CON Ser el canto culmina Vicente Gallego (Valencia, 1963) el saber intuitivo que vislumbraba una década atrás en su Cantar de ciego. Los cincuenta cantos de este nuevo libro vienen a ser facetas indiscernibles de un único asunto: la naturaleza transparente del yo y su íntima hermandad con los demás seres, resuelta en una música tan expansiva como solitaria.
Acaso sean estos versos de Vicente Gallego los más despojados que haya escrito, los más alejados de las trampas del lenguaje. La exclusión de toda vanidad discursiva los convierte en un afinado espejo donde se refleja el mundo -otro espejo, al cabo- en su aurora inicial, antes de ser traicionado por el pensamiento. La noche iluminada de los primeros cantos del libro conduce a una luz oscura de tan clara, en una plena coincidencia de opuestos que halla en la paradoja la mejor forma de expresar una verdad inasible. ¿Poesía mística? Solamente poesía. Vibrante, honesta, sabia poesía. ANTONIO MORENO