Se reúnen en un volumen los dos primeros libros de poemas de Claudio Rodríguez, Don de la ebriedad, reflejo de su adolescencia, y Conjuros, ya de su juventud. Don de la ebriedad (1953) es un solo poema dividido en fragmentos ordenados simbólicamente, en el que el tema constante es la emoción del poeta ante el paisaje contemplado, la claridad y la poesía como un don, la entrega del poeta al mundo a través del acto creador, y la tensión entre muerte y salvación que esto conlleva. Conjuros (1958) consta de veintisiete poemas distribuidos en cuatro "libros" o secciones en los que se hace patente un cambio en la actitud del poeta, que, con un lenguaje sencillo que habla de cosas, al parecer cotidianas, nos lleva al mundo trascendental de las verdades universales. Junto al tono exclamativo predominante, aparecen la meditación y reflexión características de su obra posterior.