Aunque la continuidad con El espacio desierto sea evidente, el poema nuevo, Apariciones, no constituye en sentido alguno una repetición del anterior; pese a que la experiencia central siga siendo la misma, el modo de enfocarla es, en ciertos aspectos, muy diferente. Tal diferencia se advierte, por ejemplo, en el tono, que es, a la vez, menos variable y más concentrado, y también en le modo en el que el poema muestra una tendencia a concentrarse en un número relativamente reducido de metáforas repetidas. Apariciones, como El espacio desierto, viene a confirmar la impresión de un poeta dotado de unos recursos verbales extraordinarios que le ayudan a explorar con seguridad una serie de experiencias que muchas veces eluden toda forma racional. Al mismo tiempo, estos poemas más extensos, aunque quedan un poco aparte del resto de la obra gimferriana, no agotan en modo alguno las posibilidades de ésta ni tampoco excluyen la composición de otros tipos de poema. Una prueba de ello es el grupo de quince poemas breves que sirve de epílogo al presente volumen. Aunque cierto número de tales poemas muestren una tendencia a experimentar, con algunas formas métricas tradicionales, como el soneto y el cuarteto octosilábico, ninguno de ellos da la impresión de ser un mero ejercicio poético. Lo que, en cambio, llama la atención es la independencia y la concentración incluso de los poemas más breves. Aunque el vocabulario y los temas recuerdan la obra anterior -la preocupación por la memoria, el tiempo y la identidad es aqui tan fuerte como en Apariciones-, los poemas en sí mismos tienen un aplomo y un aire de autonomía que se impone al lector desde el primer momento. Por otro lado, si cada poema lleva un título, éste, más que el anuncio de un previamente escogido, es un modo de indicar el campo de significación en el cual el poema intenta establecerse. Arthur Terry.