Puede ser que en Crimen perfecto escuchemos antes que nada la voz del ?animal moribundo?, una extremada conciencia rebelándose contra el destino. Y puede ser que esa voz arrebatada muchas veces, iracunda, nos sobrecoja por su crudeza. Pero debajo de ella discurre una inmensa lección vital, un torrente de energía que no debemos obviar de ningún modo, puesto que se constituye en una invitación de inusitada fortaleza a celebrar nuestra existencia. Ése es después de todo, pese a su apariencia, el mensaje esencial de este inusual libro de poemas de Francisco de Asís Fernández, de su ?corazón descuadernado?: la contemplación y la celebración y el canto de todo lo que nos rodea aquí en la tierra. En muy pocas ocasiones en nuestra lengua, además, esta intensísima experiencia vital ha pasado a ser experiencia lingüística con igual o parecida eficacia.