Me alegra sobremanera esta nueva edición de la Divina comedia del gran Dante Alighieri. Las obras excelsas definen la calidad de la cultura humana, como los picos dan la medida exacta de la envergadura de una cordillera.
La Divina comedia es una de las creaciones culturales que decidieron durante siglos la cultura de la vida europea. Bien estaría que volviéramos a la lectura de las obras cumbre, una lectura participativa, verdaderamente creativa. Entonces vislumbraríamos lo que fue la gran Europa, vista a través de sus fuentes, que son a la vez —como en este caso— sus frutos más logrados.
Hoy hablamos mucho de volver a nuestras raíces. Y hacemos bien, porque es una tarea apremiante, ineludible. Pero no deberíamos limitarnos a lanzar proclamas, sino comenzar rápidamente a fomentar en los jóvenes su amor a lo esencial, que se alberga en las obras más valiosas.
La Divina comedia es la historia poética de una gran transfiguración. El fenómeno de la transfiguración toma cuerpo en la figura de Beatriz, una joven que, con su «belleza que salva» —por ir unida a la virtud— anuncia a las gentes que es posible una «vida nueva», impulsada por diversas transfiguraciones de la conducta que nos llevan a optar por los cuatro grandes valores —unidad/amor, bien/ bondad, justicia, belleza—, y entrar, así, en el estado de pleno logro que se llama de antiguo «la verdad». Por ser ejemplar y modélica, la figura de Beatriz se convierte en guía para conocer la vida celeste.
D. Alfonso López Quintás