Seducirse a uno mismo es el punto de partida indispensable para ser capaz de seducir y atraer a los demás, para aprender a gozar conjuntamente de la vida y las relaciones.
Prevenir no siempre es mejor que curar. A mal tiempo, mala cara. A veces nos convienen las ?malas? compañías. Mírame, pero tócame. Sin ti no soy nadie. ¿De verdad te acompaño en el sentimiento? Pensar siempre en positivo, ¿es positivo? Etc., etc. Recurriendo a una serie de frases hechas de uso habitual, y adoptando un tono que quiere ser seductoramente provocador, los autores pretenden dar la vuelta a un modo de vida estrictamente racionalista, de gran arraigo en nuestra tradición sociocultural, que no tiene en cuenta las necesidades esenciales de las personas ni sus estados emocionales reales. El objetivo es convencernos de la importancia de ser capaces de sentir, manifestar y contagiar cariño, con el fin de adoptar una actitud vital sana e integradora, a la vez que socialmente comprometida.
Pero llegar a comunicar afecto con una combinación propia y conveniente de palabras, silencios, gestos y acciones, así como ser capaz de seducir y tener en cuenta a los demás para emprender proyectos comunes, requiere un espacio y un tiempo donde poderlo aprender, y tanto la familia como el resto de instituciones educativas deben priorizarlos y contemplarlos formalmente.