Cuando yo terminé mis estudios, a pesar de haber realizado prácticas en un colegio, solo sabía teoría, pero no sabía cómo aplicarla y desde luego, no había hecho las prácticas con párvulos.
Entonces no existían las especializaciones: éramos maestros habilitados para todo. Aunque hoy nos vemos obligados a impartir asignaturas para las que no hemos recibido preparación o hacer una sustitución en inglés cuando hemos estudiado francés, o provisionalmente nos destinan a una unidad de párvulos cuando hemos cursado Ciencias, o tenemos que sustituir al compañero enfermo durante una hora en cualquier curso y dando cualquier asignatura.
Tampoco es bueno terminar siendo maestro especialista sin haber sido maestro simplemente. Creo que nuestra profesión necesita como los médicos: una titulación general y luego una especialización. Los niños saldrían ganando.
A lo largo de los 23 capítulos de este libro, la autora nos ofrece valiosos consejos y múltiples actividades para la educación infantil, así como reflexiones basadas en su dilatada experiencia como profesora y pedagoga.
Libro de extraordinaria utilidad no solo para docentes, sino también para padres y madres implicados en la educación de sus hijos.