Arístides Martínez, inspector de la Policía Nacional recién jubilado, se dispone a disfrutar de su nueva vida cerca de su familia y a orillas del mar Mediterráneo cuando, al son de una ópera de Puccini, encuentran muerta a una mujer en un palco del Liceo. Por aquellas mismas fechas también se produce en Roma el deceso del Santo Padre. El que fuera el cardenal más joven en alcanzar el solio pontificio, fallece sin que, aparentemente, sufriera ninguna dolencia capaz de justificar tan funesto desenlace. Dos muertes sin relación alguna (o eso es lo que piensan casi todos).