Una novela gráfica llena de humor y pinceladas de nostalgia sobre el lazo familiar único que une a una madre con su hija.
¿Alguna vez pasaste horas y horas ensartando macarrones en un cordel para regalarle un «precioso» collar a tu madre? ¿O eres de las que la agasajaban con un lote de perfume y desodorante aunque ya lo tuviera repetido? Todos nos hemos preguntado en algún momento cómo podríamos agradecer ese amor materno incondicional.
Lucía, una treintañera moderna e independiente, recibe una oferta de trabajo fabulosa, de las que no se pueden rechazar, cuando acaba de tener a su primera hija. En este momento su bebé es lo más importante del mundo para ella y, a pesar de las noches sin dormir, las dificultades de la lactancia y los pañales apestosos, no quiere perderse esta experiencia única.
Indecisa, acude a quien siempre ha sido su mejor aliada. Entre confidencias, su madre le aconseja que acepte el trabajo y se ofrece a ayudarla quedándose con la niña.
Esas conversaciones, salpicadas, de lágrimas, risas y nostalgia, sacarán a relucir ciertos momentos extraordinarios que han compartido a lo largo de su vida: los indescifrables garabatos y las esculturas grotescas con las que Lucía la obsequiaba de niña; el hámster con el que se presentó en casa aunque a su madre le horrorizaban los ratones; aquel desayuno tan especial que dejó huella en la cocina... Pequeños recuerdos que tejieron un vínculo inquebrantable entre madre e hija. Sin duda, el mejor regalo que puede haber.
Un divertido y emotivo homenaje que esconde un sincero «Gracias, mamá»