André Maurois escribió esta ingeniosa y amena novela cuando estuvo destinado como intérprete y agente de enlace con la Fuerza Expedicionaria Británica, durante la Primera Guerra Mundial. Sus funciones fueron idénticas a las que, luego, adjudicaría al personaje de Aurelle, narrador de este libro: asegurar el enlace con las baterías francesas que apoyaban a su división.
El coronel Bramble surgió en el momento histórico oportuno: símbolo de una victoria que muchos vieron como el cumplimiento de una justa y anhelada venganza contra el viejo enemigo de allende el Rin. Pero no era un libro rencoroso ni vindicativo, sino conciliador. «Siempre he creído -afirmaría Maurois- que las palabras, más que los hechos, separan a unos hombres de otros y que en el silencio y en la acción es más fácil llegar a una alianza».