Asia en realidad se llamaba Ana, pero todo el mundo la llamaba como al continente. No había conocido jamás una mujer tan dinámica, tan enérgica. No estaba quieta un instante; se levantaba, entraba en la casa y volvía a salir, canturreaba y reía con frecuencia, y de una forma muy extraña: daba la impresión de que no le hacía reír lo que estaba oyendo, sino las ideas que le venían a la mente. Sus grandes ojos miraban con franqueza, sinceridad y resolución, pero algunas veces entrecerraba los párpados, y entonces su mirada se tornaba profunda y tierna.
Esta original novela del maestro ruso Turguéniev destila con ternura una sorprendente historia que nos conduce a través de los laberintos de la pasión y el deseo, para desembocar en un imprevisto desenlace, en un electrizante final, donde descubriremos el misterio de ese poderoso sentimiento que llamamos amor.