El infierno prometido se encuentra en cualquiera de esas lejanas guerras que la televisión ofrece mientras comemos. Pero para Alicia este «lejos» está encarnado en Drog, el joven desertor del que se ha enamorado y que bien podría ser de Chechenia o de la antigua Yugoslavia. El día en que él la abandona, ella pierde el olfato. En busca del aroma perdido, y de un amor redentor, Alicia atravesará las fronteras y encontrará un mundo extraño, primero como intérprete y luego como psicóloga de los supervivientes de la guerra. En la ebriedad de las noches en blanco y en el frenesí vital de la postguerra, Alicia descubre que la Gran Historia se construye con la historia de cada individuo: es así como encontrará su verdad interior y recuperará los perfumes del mundo, y con ello un nuevo sentido a la vida.