Pocos son los libros capaces de captar, con tanta sutileza y vigor, la esencia de los dioses griegos como éste de Walter F. Otto (1874-1958), considerado ya desde su primera publicación en 1929 hasta su última revisión de 1965 como un clásico incuestionable en la materia.
Su obra posee la rara virtud de hacernos revivir la claridad armoniosa de una cosmovisión, tan extraña al hombre moderno, como es la de los mitos griegos, tratando de aproximarnos en lo posible al espíritu original del pensamiento que los concibió.
Su autor ve imprescindible explicar la evolución de la religión antigua, telúrica, donde domina la Madre Tierra y la realidad de la muerte, y lo masculino está supeditado a lo femenino, hasta llegar al nuevo espíritu homérico que mira la existencia con otros ojos. La magia es superada, y los dioses se separan de los elementos naturales para convertirse en prodigiosas figuras, llenas de significado, en las que el ser múltiple de la naturaleza encuentra su expresión más elevada. Otto describe con detalle los rasgos que caracterizan a cada uno de los dioses del Olimpo, deteniéndose especialmente en Atenea, Apolo, Artemis, Afrodita y Hermes.
En ninguna parte Homero formula conceptos dogmáticos ;sus dioses son demasiado naturales para conceder a la moral un valor único; pero expresa vivamente respuestas claras sobre la vida y la muerte, sobre el hombre y dios, la libertad y el destino. Su visión penetra en el ser y comprende toda la existencia.