Walter Benjamin dijo que toda gran obra crea un género o acaba con él: estas Vidas minúsculasparecen cumplir ambos movimientos en uno solo. A través de sus ocho capítulos Michon era la figura del biógrafo biografiado, o de una autobiografía hecha a base de la reconstrucción de las vidas ajenas: vidas minúsculas de sus abuelos, sus compañeros de clase en un internado de la provincia francesa, de aquel niño huérfano que, como un «Rimbaud fracasado», se va a África en busca de una fortuna quimérica. Mezcla sabia e irrepetible de géneros para crear un género nuevo, el lector perspicaz apreciará cómo toda una zona de las letras francesas de hoy en día sale de este pequeño volumen: de la forma en que Michon mezcla dosis exactas de Flaubert, Rimbaud, Faulkner, Proust y Jean Genet para dar con un tono nuevo, tierno y seco a un tiempo, un estilo extremadamente preciso hecho de minuciosas combinaciones de información e invención, de memoria y reescritura de la memoria. Con motivo de la publicación de Rimbaud el hijo ya señalábamos que Vidas minúsculas, primer libro de Pierre Michon, es reconocido en Francia como uno de los clásicos indiscutibles de las letras contemporáneas. Publicado originalmente en 1984 por Gallimard, sólo los críticos más agudos –y el jurado del premio France Culture– supieron ver lo que este libro suponía: una corriente de aire fresco y, al mismo tiempo, un puñetazo en el estómago a las letras epigonales, ensimismadas y solemnes de aquellos años. Jean Pierre Richard, uno de los más grandes críticos de la Francia de hoy, señaló que el asunto secreto de Vidas minúsculas podía formularse en esta pregunta: «¿Por qué causas, de qué manera un hombre se convierte en escritor?» Es decir: ¿por qué, casi a sus cuarenta años y en el trance de escribir su primer libro, Michon se ve obligado a mirar atrás y reconstruir su vida en el espejo de las humildes vidas ajenas, de esas existencias de provincia cuyo destino encierra toda la estupidez y toda la grandeza de la condición humana? ¿Por qué, a las puertas del siglo XXI, un escritor francés debe arbolar una genealogía íntima que lo remonta a un mundo rural, pobre y doméstico que hundió sus raíces hace ya muchas generaciones? ¿Es este libro, minúsculo y grandioso, el fruto duro y dulce de un árbol centenario? Sí, puede que estas preguntas sirvan de pórtico para Vidas minúsculas. Pero sólo el gran talento de Michon podía responder a ellas con un libro tan contundente e inolvidable como éste. «Vidas ejemplares cuya simple condición humana, aunque fallida tiene el valor de una redención... Hay que leer, releer y dar a conocer esta escritura esencial de nuestra generación» (Jean-BaptisteHarang, Libération). «Un texto fundacional» (Thierry Guérin, La République). «Una cosa debe quedar clara: Pierre Michon es uno de los maestros de la prosa francesa de los últimos años... Estas Vidas minúsculas son inaugurales, invisibles y mudas, son vidas a las que sólo el genio de la lengua y del estilo podía sustraer del mutismo y de la inexistencia» (K. Kéchichian, Le Monde).