En el fumadero de Rashid una joven sostiene una pipa de caña larga sobre la llama mientras los clientes farfullan, tumbados en la penumbra. Al opio sólo deberías introducir a tu peor enemigo, o eso dicen en Shuklaji Street, la arteria del vicio del viejo Bombay, sobre la que se cierne una nueva forma de terror que amenaza con destruir el precario equilibrio en que sobreviven los pobres anónimos e invisibles de la ciudad. Un sueño alucinante y abigarrado que plasma el Bombay de los años setenta en toda su fascinante sordidez. Con un variopinto elenco de chulos, camellos, poetas y hampones, Narcópolis nos propone un viaje lírico e inolvidable a los hiperpoblados bajos fondos de la gran ciudad.