La novela se desarrolla en el siglo XIV, época en la que los reinos peninsulares están en lucha contra unos benimerines deseosos de reconquistar la Península Ibérica. Diversos escenarios como Bizkaia o Cádiz, donde tuvo lugar la batalla del Salado, marcarán el último hito de la Reconquista, cuando los africanos fueron expulsados definitivamente del Al-Ándalus. A lo largo de estas páginas, el lector descubrirá un mosaico cuyas teselas reproducen fielmente las formas de vida de la época. El comercio con Flandes, las intrigas cortesanas, la política seguida por unos reyes ambiciosos fluyen junto a un pueblo llano y un clero lascivo. Toda una vida bullendo en unas páginas que no dejarán indiferente al lector, donde la Dama Negra avanza inexorablemente, expandiendo la peste hasta el último rincón de Europa. Uno de los protagonistas, Tomás de Azuaga, el campanero guardián, tras largas décadas de cautiverio aspira únicamente a liberarse de los gruesos muros de una iglesia levantada por iniciativa de su ya extinguido linaje. Su pecado, el haber nacido en el seno de una familia maldita, causa que lo tiene condenado a vagar entre las heladas piedras de Santa María. Junto con Tomás, será Haizea quien nos lleve a recorrer las primeras páginas de este relato. Lejos de su Labort natal, la hija de la extinta Uxue, también carga con su propio estigma, aunque nada tiene en común con el desdoro, sino más bien al contrario: a ella solo le interesa encontrar sentido al mensaje transmitido en sueños por su madre, después de que pereciera abrasada en la borda. ¡Alguna desconocida razón habría cuando la sacerdotisa de Amalur se transmutara en una majestuosa águila real bajo el cielo de la atalaya bermeana!