La acaudalada familia Van Burnam regresa de un viaje al extranjero al mismo tiempo que aparece una mujer muerta en el salón de su casa. Un gran aparador ha caído sobre ella aplastando su cara, y aunque la policía sospecha que la víctima es la esposa de uno de los hijos del señor Van Burnam, éste insiste en que no la reconoce. ¿Qué hacía la mujer en una mansión que permanecía cerrada? ¿De quién son las extrañas prendas que llevaba puestas? ¿Estaba muerta antes de caer sobre ella el aparador?... Una solterona de mediana edad, la señorita Butterworth, se convierte en detective aficionada cuando este extraño asesinato tiene lugar en la casa contigua a su vivienda. Y así comienza una compleja investigación con una intrigante trama que mantiene en vilo al lector hasta la última página.
Os podría dar muchas razones para leer esta novela -la trama, lo envolvente del ambiente victoriano, que te mantiene en vilo hasta la última página (esto es literal)-, pero sólo os voy a dar una: la señorita Amelia Butterworth. Todos quisiéramos una vecina así. Tan insolente, sin pelos en la lengua. Y además, es una novela con mensaje: si eres cotilla, como la protagonista, por lo menos que sirva para algo, para resolver un crimen, por ejemplo. Gracias, D’Época Editorial, por redescubrirnos a esta autora. ¡Ah, y cómo no, por esta edición impecable que parece de coleccionista!
La autora:
Anna Katharine Green es considerada «la madre de la novela de detectives» y también la «inventora» de la detective solterona aficionada, la encantadora señorita Butterworth, brillante precursora de la señorita Marple de Agatha Christie. Fue una escritora admirada por autores de su tiempo como Wilkie Collins o Arthur Conan Doyle, y modelo y ejemplo para posteriores escritores del género como Agatha Christie. No en vano se conoce a Anna Katharine Green como la Agatha Christie victoriana.
(Fuente: Eikipedia)