«Todos mis anhelos» son unas palabras que el padre de la autora pronuncia poco antes de morir. Había nacido en la Zaragoza de los años cuarenta y, pese a haberse ganado cierta fama de calavera, como le cuenta a su hija no había hecho otra cosa desde niño que trabajar. Por su parte, la madre de la narradora sufre una pérdida pasajera de memoria durante la enfermedad de su marido.
Ambos episodios están en el origen del segundo libro de Eva Puyó, quien dirige la mirada hacia su familia para preguntarse a un tiempo por sí misma. Cada uno a su modo, los protagonistas de estas páginas se enfrentan a la necesidad de recuperar algo. Pero esta crónica, en la que se alterna lo doloroso y lo divertido, no se detiene tras la ausencia paterna, sino que va a buscar el hilo de continuidad de la vida.
Todos mis anhelos trata sobre la perdurabilidad del amor, sobre la experiencia de crecer y sobre cómo la escritura, aunque iluminacierta verdad íntima, no logra desvelar por completo el misterio de cada persona.