La segunda novela de la colección «Literatura de Ecuador».
«El año en que Roldán salió de la cárcel hubo un accidente en el hipódromo y el arupo del doctor Kronz no floreció, pero yo seguía soportando la misma lluvia dispersa, monótona, el mismo paisaje de todos los días. Ahora, cuando me he propuesto hacer un esbozo de ese año, supongo que voy a modificarlo en el sueño y a ordenar esa vida provinciana, sin alicientes, a la cual estuve sometido. Por eso voy a componer el perfil de una ciudad imaginaria, pues la otra, la ciudad real, se ha ido desvaneciendo entre los recuerdos y la lluvia.»
Javier Vásconez, La sombra del apostador
«Si Sara hubiera sido supersticiosa o hubiese tenido afición a encontrar significados en los acontecimientos insólitos, sin duda habría pensado que lo que sucedió aquella madrugada era una premonición. No todos los días a una le llueven gallos en las celosías...»
Rocío Madriñán, Sara y el dragón
«Había llegado el otoño y pronto las cigüeñas dejarían sus grandes y erizados nidos. Las aves giraban en su vuelo -sobre el cielo de Alcalá de Henares-, lentas, pesadas e incansables. Grises y gruesas en la lejanía se acercaban por el aire azul hasta la espadaña que sostenía su mirada...»
Santiago Páez, Crónicas del breve reino