La tercera novela de la colección «Literatura de Ecuador».
«De noche, el palito de las carretas quedaba vacío. Se aquietaban las ruedas; y Leopoldina echaba otra vez escupito sobre el Ojo Mirador de Fuvio Reyes, tapándose la visión que en ese momento tenía de la vida; ella, en enagua y sostenes rosados, se movía atareada por el centro del cuarto, hasta que fingía sentir la vista clavada en la espalda y se acercaba despacio.»
Jorge Velasco Mackenzie, El Rincón de los Justos
«En Los Soles Negros también monté en el patio del opio y del cloral. Demasiado saía yo que la fiebre aquella no se cura sino cediendo a todas sus tentaciones y llegando por saturación al desengaño fatal. Decidido a recomponer mis amistades y parentela, en pocos años hice de Los Soles Negros un verdadero parque europeo...»
Iván Égüez, Pájara la memoria
«Enfrentando la media luz de la alcoba fluye en mi cuerpo una certidumbre de encierro. Antes, he abandonado la sola y atravesando un corredor de cuyas paredes prenden a un lado, un gobelino descolorido y, al otro, una litografía de Kingman. Elina, quien me precedía, ha sido la tercera figura en una escenografía de sueño: el gobelino: el Kingman; ella avanzando, en perpetua distancia.»
Francisco Proaño Arandi, Del otro lado de las cosas.
«El viejo elefante cumplía cada semana con el mismo ritual. Llegaba el jueves a media tarde y se anunciaba desde las escaleras con las tres notas de su paso: el taconeo de los zapatos y la tilde del bastón.»
Leonardo Valencia, El desterrado