El conde Baltasar de Castiglione (Casatico, Mantua, 1478-Toledo, 1529), embajador en distintas cortes de Europa, poseía el afilado arte de la diplomacia. El emperador Carlos V sintió predilección por él, siendo por eso, quizá, por lo que Castiglione silenció el saco de Roma, mereció el obispado de Ávila y obtuvo grandes honores en la Corte. Castiglione fue un producto genuino del refinamiento cultural y humano que se respiraba en las cortes italianas del Cinquecento y un paradigma inequívoco del humanismo del Quattrocento. Semejante testimonio de humano de vida y de cultura explica el nacimiento de un libro como El Cortesano.
La obra, que se desarrolla en la corte de Urbino y en presencia de la duquesa Isabel Gonzaga, tiene el encanto de escenificar las cuatro veladas que tienen lugar en el palacio de Urbino, con sus balcones abiertos a bellos jardines y hermosos paisajes, en una atmósfera poética y espiritual en la que se juega a decir cómo ha de ser el perfecto cortesano y la perfecta dama, en reunión de caballeros de alta alcurnia y alto ingenio, guerreros que disfrutan de días de paz, poetas y aristócratas. Es un manual del bien decir y del bien portarse, mostrando lo esencial de las letras humanas, de las teorías de las bellas artes y de la sutil teoría del amor.
Esta edición sigue la traducción que Juan Boscán publicó en Barcelona en 1534.