El 10 de julio de 2010, mientras los vecinos de Alcázar de San Dimas celebran el campeonato mundial de fútbol que acaba de ganar nuestra selección, aparece en el Casino Municipal un anciano, vestido de manera estrafalaria, al que nadie conoce, pero al que casi todos reconocen: se parece prodigiosamente a Francisco Franco. Siete años después, el anciano que despertó a la vida aquella remota tarde futbolera, es alcalde del pueblo. Ha conseguido levantar la economía de la comarca mediante la creación de varias cooperativas agrarias. Y está a punto de inaugurar un pantano. Algunos medios de comunicación y algunos políticos empiezan a ponerse nerviosos. Todos se preguntan qué puede pasar cuando dicho anciano descubra las costumbres de los nuevos españoles.