Julio Carmona, colaborador de un periódico de provincias, en un momento de crisis personal se convierte en depositario de los papeles de J.C., personaje culto y extravagante, autor de unos escritos que fueron el azote de vicios y corruptelas de los poderes fácticos de la ciudad. Las circunstancias que rodearon su muerte y su imagen exaltada y vilipendiada tras un funeral equívoco, ofrecen al cronista la posibilidad de indagar en su biografía e iniciar un viaje también hacia sí mismo.
Como en el Quijote, por la noche, al calor del fuego, en un territorio aislado del mundo, dos personajes dejan sus afanes diarios para disfrutar con las narraciones y fabulaciones sobre la vida de otro personaje cuya personalidad enigmática se presenta de modo fragmentado y pretende recomponerse o salvarse del olvido a través de la literatura. En ambos casos, de nuevo el arte de contar para conjurar la muerte.
En esta estructura de historias entrelazadas, donde se confunden lo imaginado y vivido, aparecen unos personajes que son sueños del narrador, Julio Carmona, que mientras lee y desentraña esos papeles construye otra ficción con la materia del recuerdo de su propia existencia en un juego múltiple de espejos.
Como en toda la narrativa de Pascual Pozas, el lenguaje construye un mundo y selecciona a sus destinatarios. Especial atención merecen la habilidad para el manejo de los variados registros que caracterizan a sus personajes (retórico, vulgar, coloquial, arrabalero, altisonante?); la construcción de unos diálogos que solo aparecen cuando significan un verdadero intercambio de puntos de vista o cuando hacen progresar un conflicto, las palabras que retratan el mundo rural y la intertextualidad.
La novela dialoga y debate, entre otras cosas, sobre la función social de la prensa y el tratamiento de la noticia, y la finalidad de la literatura frente a la realidad. Finalmente parece que el viaje ha tenido sentido para el narrador:
? Y cuando desde mi ventana miro el mundo, alguien me recuerda que ?Hablar sobre árboles es casi un crimen porque supone callar sobre tantas atrocidades?,
y también para sus lectores.
Susana del Hoyo