Nápoles hoy. Una pandilla de diez chavales se lanza a la conquista de la ciudad. Provienen de familias normales, les gusta lucir calzado de marca y tatuarse el nombre de la novia. Pero la bella y terrible Nápoles es el reino de la camorra, y allí los chicos crecen rodeados de mitos y sueños diferentes de los del resto de jóvenes de su edad.
Liderados por Nicolas Fiorillo, alias Marajá, el grupo de adolescentes utiliza las motos como los forajidos de las películas del Oeste usaban los caballos: invaden las aceras, atropellan a peatones, se escabullen por las estrechas calles del centro histórico. Quieren hacerse con una parte del negocio del tráfico de drogas y la extorsión, y aprovechando el vacío que han dejado algunas familias se alían con un viejo jefe de clan para iniciar su ascenso. El poder se afianza ganándose el respeto, sembrando el miedo, aplicando la violencia: un like en el Facebook de la novia de otro puede convertirse en una sentencia de muerte, si hay que probar armas nuevas se utiliza como blanco a un grupo de emigrantes, y en el camino hacia la cima no hay amigos, ni antiguas lealtades...
Con valentía, Roberto Saviano vuelve a un territorio que conoce bien para dejar testimonio. La suya es una novela sobre la realidad, una ficción que se convierte en crónica de la podredumbre cotidiana de una ciudad corrompida, corroída, en la que la sangre se paga con sangre y el destino parece trágicamente escrito en forma de reformatorio, cárcel o tumba.