Entre Oriente y Occidente, en tierra de nadie, Georgia aún se esfuerza por superar su pasado de colonia soviética y recuperar sus señas de identidad como república independiente. Una identidad elusiva y a menudo ilusoria, pero la única que los ha mantenido vivos durante siglos.
De entre todas sus tradiciones, ninguna más querida para un georgiano que el deber de hospitalidad hacia el foráneo. Y en ese deber arranca la trama de esta absorbente novela: varios extranjeros son asesinados en las calles de su capital y Georgia se ve en la necesidad de defender a toda costa sus pretensiones como posible destino turístico internacional. Así conoceremos al inspector Luka Gordeziani, mal preparado y sin experiencia previa en un caso de semejante envergadura. Un Gordeziani que enrola a su ahijado Imeda, masajista ciego en los baños de sulfuro, en una investigación cuajada de giros y sorpresas que lo conducirá hacia una zona de su pasado a la que nunca habría querido regresar. Pero Luka e Imeda no son los únicos personajes con protagonismo en esta apasionante novela negra en la que Tbilisi, ciudad oscura, grotesca o bellísima ?depende de quién o a qué hora la mire- presta un inefable aire de melancolía a cuantos la habitan.