Cuando Jean Genet, de cuarenta y cinco años, conoce al jovencísimo acróbata de suelo y malabarista Abdallah Bentaga, lo convierte en su amante y protegido, incitándolo a transformarse en un funambulista, el artista de circo de más prestigio, pero también el más cercano a la muerte. Vive con él una bellísima historia de amor y un periodo enormemente creativo. Y para él escribe este largo poema de amor en prosa y una suerte de teoría estética: variaciones sobre una dramaturgia del circo, el teatro y la danza; reflexiones sobre el artista en el mundo; el ir y venir entre el olvido y la gloria, la apariencia y la realidad. Como el cable de acero del funambulista, Genet tensa las palabras, las hace brillar para su amante, y escribe uno de sus textos más perfectos.